El corazón de pájaro pesó más.


-Así que habéis venido, dijo ella a todos sus demonios.
Ellos respondieron usando las olas del mar.
Nunca desoiríamos una llamada tuya.
Ahora ya no, porque ya lo había entendido, pero hasta hacía unas horas era incapaz de dialogar con sus demonios así. Ahora ya entendía quiénes eran y qué habían querido siempre de ella, y que, realmente, no eran ninguna clase de demonios. Años sin poder dejar de llorar de miedo ante su presencia, y ahora se dirigía a ellos con naturalidad. Ahora les entendía. Ahora contempló las olas con tranquilidad.
Horas. Meras horas.
Dio un paso hacia el borde del precipicio, real y espiritual.
-He venido a daros mi alma de pájaro.
Por un momento, las olas del mar hablaron con su murmullo natural, es decir, los demonios guardaron silencio.
Eso es entregarlo todo. Todos tus detalles. Tu forma de atarte los cordones. La ropa grande que te gusta vestir.
Nunca más helados en verano, ni en invierno.
Ni protestar por el regusto de las olas del mar.
Ni fantasear con la forma que tendrán las nubes dentro de unos minutos.
Ni fantasear con nada nunca más.
Renunciar a esto, y renunciar a todo lo que has creído que podrías ser alguna vez.

-Que sí -se apoyó las manos en el esternón. -Llévatelo.
¿Porque naciste para esto?
Para devolverles la existencia. Un alma de pájaro en un cuerpo humano, una paradoja para romper la prohibición. El truco final.
-¿Qué otra cosa podría hacer con mi vida?
Todas.
-Sí, pero ninguna de ellas me bastaría. Tengo corazón de pájaro, y volaré para traerlos de vuelta.
Tú nunca volverás a ser un pájaro. Te morirás. Del todo.
-Llévatelo.
El mar no replicó nada, y ella cogió aire mejor que antes, como si los demonios se hubieran retirado. Ya no había ese esfuerzo en la atmósfera, el aire ahora era todo para ella. Para su alma de pájaro que nunca más tendría otra oportunidad de vivir, es decir, que jamás sería un ave.
¿Que ella ya nunca volaría? Mentira.
-Volaré esta vez. -miró a los pies del precipicio, a las rocas escarpadas y el océano.
Qué pavor le dio, a todos sus órganos humanos.
El corazón de pájaro pesó más.
Saltó al vacío, con los brazos abiertos. Vaya truco final.
Y voló.

Comentarios

Trece ha dicho que…
'Y voló'.

Tú sí que tienes alma de pájaro, brillante y hermosa.