En el mundo de los ácaros


—Calma, ¿eh?
—Y una mierda, calma.
La puerta tembló. Los dos estuvieron a punto de ponerse en pie de un salto, desde el borde de los asientos, activados por un resorte muy flojo.
Dormu se mordió el labio. Den siguió hablando, con los ojos en el suelo.
—Cuando aparezca por la puerta le meto el puño en el cráneo.
Den apuntó a la puerta con los ojos.
—A ver si le llego al cerebro.
La puerta se sacudió y se corrió hacia los lados.
Den se puso de pie de un salto y lanzó el puño contra su cabeza.
Ella solo sacudió el aire, como si espantara un mosquito. El puño de Den, y con él todo su cuerpo, se quedó un momento suspendido en el aire antes de rebotar, con mucha más violencia de la que él tenía en su carga, y salir despedido.
Den dio con la espalda en los asientos del metro y se quedó en ellos, encogido de dolor. Dormu se agachó a su lado, intentando mirarle a los ojos y cubrirle de ella al mismo tiempo.
—Dormuraleo y Denael. —anunció ella. —Erais celestiales, con todo el poder del cielo, y ahora os aplasto hasta yo.
Dormu la miró a los ojos.
Incluso tan lejos de casa, los ojos de Dormu tenían coreografías de fotones en ellos. La danza reflejo del universo era perceptible todavía, aunque ya llevase tanto tiempo en tierra que no le quedaban alas, ni casi poderes, ni apenas nada. Una danza en las pupilas. Y ella casi había podido aplastar a Den de un soplo. Ella, minúscula al lado de ellos. Pero el tiempo jugaba a su favor, y ese mundo de pequeños ácaros era muy distinto de la casa de Dormu y Den. Tanto que una hormiga podría hacerles daño.
Y ella, la reina de las hormigas en el mundo de los ácaros…
Era una ecuación sencilla. Tan sencilla como que ella no podía seguir suelta. Den alzó la cabeza mientras su puño empezaba a resplandecer, como una llamarada.
Y entonces las llamaradas brotaron del suelo y les englobaron.
Ella intentó detenerlo. Alzó los brazos, mientras Dormu la miraba a los ojos. Den gritó, intentó lanzarse sobre ella, y Dormu le retuvo con las últimas fuerzas de un gigante, mirándola a los ojos.
No lo hagas, Dormu susurró Den, temblando, ya sin poder mover el cuerpo. Dormu la miraba, envuelto en luces, mientras ella convocaba todos sus poderes en la punta de los dedos.
Las luces les envolvieron del todo por fin, formando una crisálida alrededor, y finalmente se deshizo con ellos dentro, mientras Dormu la miraba a los ojos y ella aplastaba el aire vacío.



Comentarios

Trece ha dicho que…
Echaba de menos leerte y que me dejaras a medias y con 3982405983456039 ganas de leer más.


Eres genial.