Estás roto
— ¿Es cierto el rumor?
Él no respondió, pero Sasha vio una pequeña tensión en sus alas, como si de repente fueran conscientes de que estaban atrapadas.
El otro lo entendió como un asentimiento. La aurora a su alrededor titiló, dubitativa, y Sasha sintió un quejido en el corazón, antecediendo un grito.
— ¿Nos traicionas? —dijo con voz rota.
—Duele. —respondió él con su voz átona.
Se apoyó la mano libre de la espada sobre el corazón. Alzó la barbilla hacia el cielo, como si ahí estuviera la respuesta que no podía encontrar.
—Duele mucho. —añadió.
Él , protegiéndole aún, giró la cabeza hacia Sasha. Lentamente.
—Tápate los oídos, o se te va a morir el corazón —dijo con tono de narrador.
Se volvió de nuevo hacia el otro, sus alas, contenidas a la fuerza, intentaron batirse suavemente, de desafío.
Saltó con la espada por delante.
Sasha se tapó los oídos en ese instante.
Le mató.
El otro aulló. Sin palabras, no tenía aire ya en los pulmones, porque ya estaba muerto. La atmósfera se replegó sobre él, como una espiral monocroma de golpe, violenta, con la violencia de un abismo donde debería haber hogar. El grito penetró a Sasha por los ojos, haciéndole retroceder, incapaz de gritar, incapaz de encontrar un equivalente en sonidos a aquel aullido.
Él se agachó delante del ínfimo Sasha entonces.
Abrió los brazos y refugió a Sasha con ellos.
Notó su corazón. Latía, con una fuerza inhumana, sobrehumana, rítmico y tranquilo.
Él no respondió, pero Sasha vio una pequeña tensión en sus alas, como si de repente fueran conscientes de que estaban atrapadas.
El otro lo entendió como un asentimiento. La aurora a su alrededor titiló, dubitativa, y Sasha sintió un quejido en el corazón, antecediendo un grito.
— ¿Nos traicionas? —dijo con voz rota.
—Duele. —respondió él con su voz átona.
Se apoyó la mano libre de la espada sobre el corazón. Alzó la barbilla hacia el cielo, como si ahí estuviera la respuesta que no podía encontrar.
—Duele mucho. —añadió.
Él , protegiéndole aún, giró la cabeza hacia Sasha. Lentamente.
—Tápate los oídos, o se te va a morir el corazón —dijo con tono de narrador.
Se volvió de nuevo hacia el otro, sus alas, contenidas a la fuerza, intentaron batirse suavemente, de desafío.
Saltó con la espada por delante.
Sasha se tapó los oídos en ese instante.
Le mató.
El otro aulló. Sin palabras, no tenía aire ya en los pulmones, porque ya estaba muerto. La atmósfera se replegó sobre él, como una espiral monocroma de golpe, violenta, con la violencia de un abismo donde debería haber hogar. El grito penetró a Sasha por los ojos, haciéndole retroceder, incapaz de gritar, incapaz de encontrar un equivalente en sonidos a aquel aullido.
Él se agachó delante del ínfimo Sasha entonces.
Abrió los brazos y refugió a Sasha con ellos.
Notó su corazón. Latía, con una fuerza inhumana, sobrehumana, rítmico y tranquilo.
Comentarios
Un abrazo enorrrrrrrrrrrrrrme.
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