Monstruos.

La risa suave de alguien que se había roto.
Doblaba la esquina y llegaba hasta nosotros, los cinco, parados bajo el bar que acababa de ser pasto de las llamas. "Bar". "Bar" me suena a un garito oscuro donde echar tripa a base de fútbol y cerveza. "Bar" era, y solo cuando hablaba del nuestro,
donde hacer travesuras, donde los monstruos podían ser derrotados y
donde éramos inexpugnables. Hasta que el fuego vino a ponernos los pies en la tierra.
La risa de alguien que no ha alcanzado ninguna de sus expectativas.
La historia de alguien que llama al timbre y arriba ya lo han dado todo por zanjado.
Y no abren.
Y el sonido aún doblaba la esquina y nos alcanzaba y era terrible.
Deseé poder decirle 'eh, que no estás sola. Que lo nuestro es peor'.
Le di una patada a algo carbonizado, algo que ya no se reconocía ni qué era. Vaya cazadores éramos. Nos acababan de matar a los cinco de golpe.
— ¿Quién ha sido? ¿El troll?
Yo sacudí la cabeza.
—Cualquiera de los monstruos. Hemos detenido a demasiados y no podemos saber cuál ha sido; y ellos lo saben.
Aquello no podría reconstruirse, ni arreglarse ni vengarse. ¿Y nosotros?
¿Buscábamos algún sitio cualquiera que sirviera cerveza?
Te dije que lo nuestro era peor, chica, no teníamos ni timbre
del que esperar que quizá se cansaran y nos abrieran,
y nos dieran otra oportunidad y todo se deshiciera porque si tuviste expectativas
es porque has tenido esperanza.

Nosotros no teníamos ni ganas de reír, ni a la desesperada.
Imagínate.


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