uecordia


— Y qué frío hacía y cómo echaba de menos el picor de su barba. Sujetarla con las manos. Mesarla de vez en cuando. Besarla de vez en cuando, con todps los sueños en espiral que eran hasta visibles sobre su csbeza. Todas las circunstancias en contra. Amanecía. Y querían los dos más, querían y tenían mucho más y sin embargo ya no había nada que pudieran hacer.
Habían perdido. Derrota en latín se decía repulsa. Habían caído en un charco de repulsa y derrota.
Por eso no llevaba barba ni amanecía nunca más a las nueve y tres en punto como aquella vez, reloj en mano, besarla, la barba picaba, nunca más amaneció a aquella hora y nunca dejó de comprobarlo por si aparecía la casualidad de la mano de aquel frío y le decían de echarse unas copas, brindar por la barba y echarse unas flores al coleto por ella. Por si aparecía por casualidad ella de la mano de su espiral de sueños y en su lugar llevaba un sombrero de la barba él a la cabeza. ¿Borracho? Un rato, era la única manera de esperarla comprobando con alivio que nunca a las nueve y tres en punto exactamente. Nunca.

Comentarios

Aria Black ha dicho que…
No sabría decir por qué, pero me ha llamado mucho la atención "Derrota en latín se decía repulsa".
Brindemos por la barba.
Saludos :)
Andrea ha dicho que…
Que triste. Esos nuncas matan.
Alcohol, nuestro fiel acompañante en la miseria.

abrazos ( de oso )
Bluemīnda ha dicho que…
Ains... su barba.