En el suelo se retorció.

El romano había sido poeta.

El romano había sido poeta y falló.

Falló en la guerra.
El romano que había sido poeta falló.
El romano que había sido poeta cayó. Sin epítetos de Homero. Sin levantar polvareda. Sin un verso en dístico elegíaco.
El poeta que había fallado cayó solo y brusco. Como caen los fardos. Algo que no puede ver un poeta. Y en el suelo se retorció. Como las plantas. Como las hiedras que crecen retorcidas y ahogan al árbol.
El que había fallado no se erguía. Había sido poeta y caído. El romano, cuya lengua se hizo para arar descubrió que podía hacer poemas. El romano quería más. El poeta quería guerra. El que cayó había creído en cantar a la paz y huir. Huir de todo lo que impusieron. Huir de que su idioma solo servía para nacer, arar y morir. El poeta creyó. E hizo guerra.
El poeta falló.

Comentarios

Andrea ha dicho que…
A veces fallamos y no hay nada que podamos hacer mas que seguir adelante.
ha dicho que…
Todos hemos fallado alguna vez en nuestra propia guerra.
Saludos.
While ha dicho que…
Los humanos fallamos, y aunque los romanos se creían más cerca de los dioses no hay que creerlos, siempre confundieron mito y realidad.
(esta entrada me ha recordado tanto a nuestros años de latín que mñá <3)