Lobo, lobo feroz.
Ella ya ha perdido el vestido y a mí se me atragantan las respiraciones.
La manta del suelo no puede cubrirnos de nada y ella dice que no hay de qué escondernos. La cojo de las caderas, y es que ella siempre huele tan bien. Y es que ella nunca tiene comparación, en esas ondas, en esas curvas, en ese mirar lacerante, en su palpitar cuando se pega a mí y me susurra que quiere sexo.
Siempre me cierra la boca con la lengua cuando le quiero decir que la quiero. La reina mira su bosque con tristeza. Le da pena el fuego que arde a dos metros de nosotros.
—Te sacaré de aquí —digo, pero bromeo. Claro que bromeo.
—El fuego no puede alcanzarnos. —dice, ronca, le brillan los ojos como lo hacen en las fieras. —El fuego lleva mucho ardiendo.
—Está más cerca que antes, ha crecido.
Me corta los labios con sus dientes, fieros y feroces. Sus alas ya no brillan y lleva las largas orejas caídas. A mí me da náuseas verla tan lívida, como si supiera ya que va a morirse.
—El bosque arderá hasta la raíz, ¿y qué pasará ese día contigo, niña? —le digo. Pero la niña no escucha. La niña cree que ya es mayor cuando dice, con los ojos encendidos como las mejillas, que quiere hacer el amor, que quiere conmigo. Y aún no entiende que las alas de su espalda le pueden valer para escapar del fuego. Ella hace el amor con el peligro al lado, transformada en un lobo feroz. No importa. Yo tampoco la entiendo a ella.
La manta del suelo no puede cubrirnos de nada y ella dice que no hay de qué escondernos. La cojo de las caderas, y es que ella siempre huele tan bien. Y es que ella nunca tiene comparación, en esas ondas, en esas curvas, en ese mirar lacerante, en su palpitar cuando se pega a mí y me susurra que quiere sexo.
Siempre me cierra la boca con la lengua cuando le quiero decir que la quiero. La reina mira su bosque con tristeza. Le da pena el fuego que arde a dos metros de nosotros.
—Te sacaré de aquí —digo, pero bromeo. Claro que bromeo.
—El fuego no puede alcanzarnos. —dice, ronca, le brillan los ojos como lo hacen en las fieras. —El fuego lleva mucho ardiendo.
—Está más cerca que antes, ha crecido.
Me corta los labios con sus dientes, fieros y feroces. Sus alas ya no brillan y lleva las largas orejas caídas. A mí me da náuseas verla tan lívida, como si supiera ya que va a morirse.
—El bosque arderá hasta la raíz, ¿y qué pasará ese día contigo, niña? —le digo. Pero la niña no escucha. La niña cree que ya es mayor cuando dice, con los ojos encendidos como las mejillas, que quiere hacer el amor, que quiere conmigo. Y aún no entiende que las alas de su espalda le pueden valer para escapar del fuego. Ella hace el amor con el peligro al lado, transformada en un lobo feroz. No importa. Yo tampoco la entiendo a ella.
Comentarios
Creo que es porque eres mitad maga, mitad mcflurry con oreo, pero, ña <3
(abrazo fuerte)
Saludos, y feliz año nuevo.
(Quizá tenga razón While y seas algo maga).
<3
¿Cuando vuelves querida Damte?
Necesito más de tus textos.
muchos abrazos ( de oso )