Era noche en los tejados.

Nos moríamos por echar un ojo y ese día no aceptó el 'no' por respuesta. Así que no entendió de miedos y subimos a la primera azotea de la calle con los dedos aún llenos de las acuarelas en las que invertíamos más sueños que posibilidades.
—Mañana se acaba el mundo — se encogió de hombros y se echó hacia atrás.
— Yo te quiero aún como el primer día, idiota.
Se encogió de hombros y sacó el cigarro, y yo jugueteé con el mechero pero no me acerqué a él.
—Yo te quiero de veras, niña.
Dicen que el mundo se va a acabar mañana.
—La guerra ha acabado. —sonreí lasciva y le coloreé los ojos de ganas de dejarse de gatos, azoteas y estrellas.
War is over — el escalofrío nos dominó como si realmente imitara tan bien.
— Eso dicen.
— Nunca me importó lo que decían, me muero mirando las estrellas. Contigo en el regazo.
— Morimos contando hasta tres. —escalofríos que me azuzan a estrellarme en sus brazos todavía rozando la llama del mechero. — Estoy embarazada.
Destrozó el cigarro sobre la grava calmadamente y yo seguía haciendo bailar el mechero.
—Dicen que mañana es el fin del mundo. — y estiró los hombros como un gato. Me desenredó el pelo y luego contamos estrellas olvidando los dibujos de acuarelas que dejamos en casa, porque al fin del mundo nos moríamos por echar un ojo.



Comentarios

Andrea ha dicho que…
Hermoso.
Y desgarrador, como esta música que lo acompaña.
Me fascina como escribes, simplemente me transportas a otro mundo diferente, me encantó.
Dicen que mañana es el fin del mundo.

abrazos (de oso)
Cavill GG ha dicho que…
Sencillamente hermoso. Realmente tienes la capacidad de abstraerme del mundo con tus letras.

Saludos desde las Sombras ;)