A copos, patadas y monumentos a falsos héroes.


Salí de casa hecho ruinas y lo primero que hice fue acercarme al lago y tirar sus llaves ahí.
Luego volví al piso y cogí su caja de música, volví al lago y de nuevo arrojé al agua.

« Me pone enfermo. »
Qué fácil habría sido cerrar los ojos e irme detrás. No escuchar. Pero ni él ni yo éramos fáciles.
Abrí los ojos y le grité al lago:
—Voy a deshacerme.
Y volví a casa.
Se quedó la puerta abierta para que pudiera volver, porque me volví loco y arrojé sus llaves al lago.
Sus sílabas arrastradas y cálidas en mi espalda perdida por él.
«Voy a hacerte el amor, procuraré no hacerte llorar»,
como una canción que amenizó nuestra caída.
Aún tenía tus discos bajo la almohada, cuando me di cuenta de que te echaba tanto de menos que había dejado de quererte. Eran las seis de la mañana y yo fumaba en camiseta mientras los copos quemaban el agua del lago.
Faltabas tú cazándome cada hoja marchita que se le caía a los árboles para hacer los gigantescos álbumes de papel, pero no pensaba volver a dejarte entrar. 
Además, dicen que tus llaves estaban en el fondo del lago, o algo así.

Comentarios

B. ha dicho que…
Si sólo existiera una forma de entrar todo sería más sencillo... Y cuesta creerlo.
Andrea ha dicho que…
Hermoso y triste al mismo tiempo.
Me fascina.

abrazos (de oso)