Era aquella locura.

Ella ya estaba desnuda antes de que llegara la tormenta y tuviera que salir a la terraza a recoger la ropa.
Se le empaparon los pies al tocar el suelo tibio y el agua cayendo por su cuello y acariciándole la piel fue lo único que hizo que se diera cuenta. Entonces se apoyó sobre la barandilla y se preguntó qué clase de idiota había dicho que no se podía desnudar la gente bajo la lluvia. Quizá uno del mismo calibre que el que la había dejado sola con su locura.
Se quedó con la tristeza empapando el agua y durante un segundo se sintió tan pequeña que le dolió más la soledad, y entonces se echó a llorar. Él habría dicho lo de ya estabas tardando antes de intentar convencerse de que habría vuelto. Ella le habría sonreído, por todas partes empapada en agua, y le habría dicho que también un idiota decidió alguna vez que había amores que matan.
Se quedó mucho tiempo bebiendo bajo la lluvia, tal vez hasta que estuvo totalmente erosionada. Era siempre aquella rara locura la suya la que la hizo entrar en casa y empezar a recuperar la sonrisa.
Echando de menos como una loca.


Comentarios

Mononoke- ha dicho que…
¡Me gusta, me gusta! :)
Andrea ha dicho que…
La locura es lo único que en estos tiempos puede hacernos sonreír.

abrazos (de oso)
Unknown ha dicho que…
A veces la lluvia es lo único que puede hacernos ver las cosas como son...