Nadie te ha dicho nunca que me enamoré de tus rotos
(←escucha la canción Loss of a twin, de Bryan Tyler)
— Antes de que llegaras tú aquí había vida.
El puñetazo le sacó el aire de los pulmones y le sonreí.
—No digas más tonterías.
—Mira alrededor.
El nuevo golpe le hizo quejarse con un grito, pero miré. Lo hice, no sé, nunca sabré por qué, y vi las casas vacías, cubiertas por el polvo de tanto tiempo abandonadas.
Un caballito de madera estaba delante de la puerta más cercana. Un caballito de madera que tenía los ojos coronados por polvo y ácaros.
—¿Y los niños?
Su voz sonó como un gorgoteo.
—Tú también los mataste.
El mundo se me tiñó de rojo de ira y dolor y le golpeé en las costillas. Él gritó pero se quebró en risa y carcajeo.
— Pájaros~
Los dos respiramos quietos.
—Pájaros, dejaste pájaros, ellos cantaban entre las piedras muertas. Pero era tan triste. ¿No lo recuerdas? —se apoyó sobre un codo y entendí por qué sonreía, porque había matado a la reina, maldito peón—, ¿no recuerdas que te llevaste la vida, y ella te mató en venganza?
—Ya no puedo arreglarlo
La reina, derrotada por el poeta con el que un día compartió cama, se echó a llorar en sus brazos moribundos de cansancio.
—Nadie te ha dicho nunca —su aliento híbrido de mi sabor y el suyo — que me enamoré de tus rotos, y no de tus costuras. . .
— Antes de que llegaras tú aquí había vida.
El puñetazo le sacó el aire de los pulmones y le sonreí.
—No digas más tonterías.
—Mira alrededor.
El nuevo golpe le hizo quejarse con un grito, pero miré. Lo hice, no sé, nunca sabré por qué, y vi las casas vacías, cubiertas por el polvo de tanto tiempo abandonadas.
Un caballito de madera estaba delante de la puerta más cercana. Un caballito de madera que tenía los ojos coronados por polvo y ácaros.
—¿Y los niños?
Su voz sonó como un gorgoteo.
—Tú también los mataste.
El mundo se me tiñó de rojo de ira y dolor y le golpeé en las costillas. Él gritó pero se quebró en risa y carcajeo.
— Pájaros~
Los dos respiramos quietos.
—Pájaros, dejaste pájaros, ellos cantaban entre las piedras muertas. Pero era tan triste. ¿No lo recuerdas? —se apoyó sobre un codo y entendí por qué sonreía, porque había matado a la reina, maldito peón—, ¿no recuerdas que te llevaste la vida, y ella te mató en venganza?
—Ya no puedo arreglarlo
La reina, derrotada por el poeta con el que un día compartió cama, se echó a llorar en sus brazos moribundos de cansancio.
—Nadie te ha dicho nunca —su aliento híbrido de mi sabor y el suyo — que me enamoré de tus rotos, y no de tus costuras. . .
Comentarios
¿Y la música? Te lo he dicho ya por twitter, pero me ha enamorado, me he abstraído por completo.
Hacía mucho que no me pasaba y esta entrada me ha capturado.
Un besito grande Eri<3
Un beso (y gotitas frías de lluvia)
Precioso blog, preciosa la canción de la entrada (¿cuál es?) y bonitas palabras. Feliz de haberme dejado caer por aquí (no sé cómo ya).
Un saludo,
Rawr.
Por cierto, ¿dónde conseguiste el widget de la nieve?
-E.