Ninth bullet.

Esa bala fue la que le hizo más daño.
Como las demás, fue como un trueno desde dentro. Desde cada nervio, cada arteria. Cada latido.
Se dio cuenta de que ya no podía levantarse, echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada estentórea.
Mark sonrió mientras disparaba un par de veces.
—Ni se te ocurra morirte, ¿eh?
Una bala rozó el cuello de Mark. Avid se estremeció al verle. Quién diría que el que tenía cinco balas en el cuerpo era él.
—Ups. —se miró con fingido horror, sin dejar de sangrar. —Deberías habérmelo advertido antes.
Mark soltó una carcajada equiparable a la suya, disparó hasta que el percutor dijo que no había balas y entonces le miró para apuntarle con la mano en forma de pistola.
—Si te mueres —bang—, me muero.
Se inclinó para darle un beso, uno con sabor a sal ácida. Avid se dio cuenta de que también estaba llorando. Por eso volvió a reírse mientras la vida, solo, se le escapaba.
—Si te mueres —aún le miró— te mato.


Comentarios

Andrea ha dicho que…
Algo extraño.
Y malévolo.
Pero me encanta, me saca esa vena sádica maquiavélica que hace que me encante esta entrada (:

(abrazos azucarados)
Miss Frenesí ha dicho que…
Siempre quise escribir relatos así, de balas cortando el aire, pero veo que no es lo mío jaja
Un beso enorme bonita :)
Anónimo ha dicho que…
Acabas de matarme a mi con tanta perfección, mi pequeño pececillo.
Unknown ha dicho que…
Me ha gustado mucho. A mi también me cuestan estos textos, pero el tuyo es genial sobretodo eso de que se escapa la vida. Cada día se escapa un trozo y nosotros a veces ni nos inmutamos.
Muà!
Anónimo ha dicho que…
Se me ha partido un poquito el corazón al leer el final. Me ha encantado <3
Un beso.