Cuando el ángel suena.
El tañido suave atravesando las montañas.
El viejo Pául sonríe. De pequeño, le daba miedo perderse en la montaña. Es tan vieja y fría. Es un monstruo dormido, pero quién sabe cuándo va a despertar. Y el dragón que da forma a su cumbre, dormido también, en cualquier mundo puede desplegar sus alas de piedra para devorar a algún viajero despistado.
Y un niño pequeño que atravesaba las montañas cada lunes, miércoles y sábado cincuenta años atrás era la presa perfecta.
Hasta que aprendió a dejar de temblar cada vez que tenía que hacer el mismo recorrido. Solo había que esperar.
Cuando el ángel suena, cuando no queda nada que temer.
— ¡Abuelo!
Extiende los brazos y el trío de mellizos se hunde en ellos. Los cuatro se ríen.
— ¿Lo hicimos bien, abuelo? —dicen, ansiosos.
El viento en la montaña ruge. Viento. La explicación para los niños que temen a los dragones.
Pául mira la cumbre mientras los tres mellizos se quitan las pulseras.
Llenas de cascabeles. Repletas de ellos. Que tañen mecidos por el viento cada vez que el abuelo Pául tiene que ir de visita.
Porque hace mucho que saluda al dragón con una sonrisa antes de emprender su viaje, como si presentase sus respetos al sol, al viejo compañero de toda la vida, pero nunca se sabe.
—Perfectamente.
El viejo Pául sonríe. De pequeño, le daba miedo perderse en la montaña. Es tan vieja y fría. Es un monstruo dormido, pero quién sabe cuándo va a despertar. Y el dragón que da forma a su cumbre, dormido también, en cualquier mundo puede desplegar sus alas de piedra para devorar a algún viajero despistado.
Y un niño pequeño que atravesaba las montañas cada lunes, miércoles y sábado cincuenta años atrás era la presa perfecta.
Hasta que aprendió a dejar de temblar cada vez que tenía que hacer el mismo recorrido. Solo había que esperar.
Cuando el ángel suena, cuando no queda nada que temer.
— ¡Abuelo!
Extiende los brazos y el trío de mellizos se hunde en ellos. Los cuatro se ríen.
— ¿Lo hicimos bien, abuelo? —dicen, ansiosos.
El viento en la montaña ruge. Viento. La explicación para los niños que temen a los dragones.
Pául mira la cumbre mientras los tres mellizos se quitan las pulseras.
Llenas de cascabeles. Repletas de ellos. Que tañen mecidos por el viento cada vez que el abuelo Pául tiene que ir de visita.
Porque hace mucho que saluda al dragón con una sonrisa antes de emprender su viaje, como si presentase sus respetos al sol, al viejo compañero de toda la vida, pero nunca se sabe.
—Perfectamente.
Comentarios
(abrazos azucarados)
Este texto me a enternecido completamente. El haber leído la llamada "¡Abuelo!"... Me ha quitado un pedacito de alma y se la ha llevado con sus letras.
Precioso... Y no lo digo por cumplir.
<3
Este texto me a enternecido completamente. El haber leído la llamada "¡Abuelo!"... Me ha quitado un pedacito de alma y se la ha llevado con sus letras.
Precioso... Y no lo digo por cumplir.
<3
Por supuesto, me quedo por aquí durante un tiempo, para sentir más escalofríos como el de ese 'nunca se sabe'
(Siempre quise un dragón y ahora,gracias a ti, mucho más que antes^^)