Él se marchó dejándole los inviernos vacíos, los otoños secos y los veranos empapados en sal y llantos. Se fue, cruel, en silencio, irrompible, inalcanzable. Le robó las ganas cuando se arrojó por el precipicio, como si supiera el vértigo que tenía y así no fuese a seguirle, no hasta el fin del mundo, como le había prometido. Sí, se lo había prometido. Porque una promesa es lo que susurran los ojos cuando abrazan bajo la luz de mil luciérnagas en la otra punta del fin del mundo.
¿El problema? Que el amor nos hace echar a volar, que él le vio saltar, impotente, powerless, pero no se quedó a ver lo poco que brillaba el sol a solas.
Qué vértigo ni qué otras patrañas. Sus ojos, incontenibles, prometieron seguirla allá a donde fuera,
y eso hacía, se repitió mientras saltaba tras ella con su sonrisa inconfundible.
Qué vértigo ni qué otras patrañas. Sus ojos, incontenibles, prometieron seguirla allá a donde fuera,
y eso hacía, se repitió mientras saltaba tras ella con su sonrisa inconfundible.
Comentarios
Besos desde el hueco.
Y la canción, es hermosa.
(ositos
de goma)
Un beso enorme. :)