Frío polar, mi remedio infalible.
En noches de frío abismal, yo solía refugiarme en la cama. Me gustaba arrebujarme en las sábanas, perderme en esos océanos de tantos colores y que el lametazo del perro me sacara del sueño horas después, cuando el mundo se había movido tanto que yo ya no reconocía el frío y salía del refugio. Me gustaba caer entre las mantas, arrebatármelas a patadas si tenía calor, era feliz con cada una de mis peleas nocturnas y dejaba que el sueño se me llevara dulcemente a otro lado.
Pero entonces llegaste tú para enseñarme que tu piel era más caliente, que no hay mejor despertar que tu saliva en la mía, que las sonrisas arropan mejor que las sábanas. Fuiste un bonito sueño recurrente que no supe atrapar bien. Me hice a ti, mi cuerpo se adaptó al tuyo, mi cama se apuntó tu nombre en cada pliegue.
Y cuando te has ido, ¿qué hago yo, ahora, que he olvidado cómo conformarme con el frío sin que el calor de tu abrazo me estremezca el corazón?
Pero entonces llegaste tú para enseñarme que tu piel era más caliente, que no hay mejor despertar que tu saliva en la mía, que las sonrisas arropan mejor que las sábanas. Fuiste un bonito sueño recurrente que no supe atrapar bien. Me hice a ti, mi cuerpo se adaptó al tuyo, mi cama se apuntó tu nombre en cada pliegue.
Y cuando te has ido, ¿qué hago yo, ahora, que he olvidado cómo conformarme con el frío sin que el calor de tu abrazo me estremezca el corazón?
Comentarios
A veces las costumbres pueden hacer que algo cotidiano se vuelva normal, y cundo se va, lo perdemos todo.
(ositos
de goma)
(Bonito, Clio.
Muy bonito)
Es precioso.
Que no nos falte nunca el calor humano.
Un besito, me encantó.