A Sam siempre le ha gustado el mar.

Una vez escribió que era la voz de los dioses penetrando dentro de su alma y consolándola por sentirse tan sentirse tan pequeña.

La arena se le enreda en el pelo y ella deja que la Voz la traspase.

Fuuuss… fuuuuss…

Suena como el nombre de aquella canción de uno de sus grupos preferidos. Un gigantesco chasquido del mundo. Crush. Crush. Crush.

El poema en el que habló de los dioses tuvo buena nota. Sam estuvo orgullosa. Se lo enseñó a sus padres para que vieran lo buena que era. Su madre sólo lo leyó de reojo antes de murmurar que podría hacerlo mejor. Su padre estalló en incontrolables carcajadas y dijo que nunca había leído nada tan cursi. Esa misma noche, Sam se escapó de la cama, cogió prestado uno de los mecheros de sus padres y prendió fuego al papel.

Sam cierra los ojos y siente que las olas la llevan lejos. Sonríe con amargura al notar el papel arrugado en el bolsillo de sus pantalones, una hoja quemada y amarillenta en la que un día estuvo escrito el espíritu de una niña.



Comentarios

Mandarina ha dicho que…
Ju, que triste. A mi siempre me han apoyado con el tema escritura, en mi casa se monta una fiesta cada vez que hago algo :)
Andrea ha dicho que…
Pobre Sam… incomprendida.
A veces siento que la entiendo, no creo que sea bueno mostrar algo que sabes que no apreciarán.
Creo que queda perfecto el color del viento: novelas rotas.
Definitivamente Sam me gusta, me intriga mucho esa chica (:

(ositos
de goma)
Agnes M ha dicho que…
Creo que te relaciono mucho con textos con agua, si me preguntas por qué , pues no se, jajaja pero supongo que es porque te salen muy bonitos.
Me encanta los simbolos mitológicos, los dioses...
un besito ! :)