Era evidente a dónde íbamos a llegar. Al suelo. Al suelo, a comérnoslo, a estrellarnos contra él.
Y aún así lo intentamos. Lástima que seamos mezquinos, que seamos humanos.
Lástima que los dioses no vayan a tener en cuenta el calor de nuestro pecho al intentarlo cuando juzguen nuestro fracaso.
Te consolaré. Te abrazaré justo antes de escuchar la condena que ya sabemos, y te susurraré sonriendo: «Nunca podrán sentirlo».
Reiremos y será lo último que nos oirá el mundo. Que hubo dos pequeños humanos más que notaron arder su fuego y no se rindieron.
Comentarios
Es bonito, incluso te diría que escribieras una historia con esos personajes, que me he quedado con curiosidad... :)
Una vez más diré que la esperanza es lo último que se pierde, pequeña Clío :)
(qué los Dioses y tú siempre tendréis un pequeño huequecito en mi corazón♥)
*mimitos
desde
Nunca jamás*
latidos llenos
de morfina
Eres genial Clío :)
Me encanta :)
(ositos
de goma)