—Vaya día. (I)
Mónica le dirige una mirada de soslayo mientras alza la Coca-Cola.
—Supongo que alguien como usted tendría una bonita cena navideña planeada en alguna parte... —continúa el hombre.
Mónica deja el vaso con resignación y traga saliva antes de girarse violentamente. Apenas si mira esas pupilas claras. Es demasiado guapo y afable para ser real. Así que, obviamente, ni lo será.
—No siga por ahí. En esta casa todavía tenemos un estándar mínimo con el que perder la dignidad. —replica, poniéndose en pie.
—¿Qué te hace pensar que quiero sexo? —contesta el otro con calma. Ella se limita a devolverle una mirada franca.
—Soy demasiado para ti —dice, echando a andar. —En esta casa no hacemos rebajas navideñas, lo siento.
Cuando abre la puerta de la discoteca, ve un único copo de nieve pasando justo delante de sus ojos hasta posarse sobre el suelo.
Miguel siempre creyó en las señales, recuerda Mónica sobrecogida.
Vuelve a su lado en dos zancadas y, rápidamente, conecta sus labios con los del extraño, sin dejar tiempo de que el otro se replantee las cosas.
—¿Qué haces? —susurra él. Mónica entrecierra los ojos, su manía preferida.
—Me gustan las contradicciones —aclara.
—Supongo que alguien como usted tendría una bonita cena navideña planeada en alguna parte... —continúa el hombre.
Mónica deja el vaso con resignación y traga saliva antes de girarse violentamente. Apenas si mira esas pupilas claras. Es demasiado guapo y afable para ser real. Así que, obviamente, ni lo será.
—No siga por ahí. En esta casa todavía tenemos un estándar mínimo con el que perder la dignidad. —replica, poniéndose en pie.
—¿Qué te hace pensar que quiero sexo? —contesta el otro con calma. Ella se limita a devolverle una mirada franca.
—Soy demasiado para ti —dice, echando a andar. —En esta casa no hacemos rebajas navideñas, lo siento.
Cuando abre la puerta de la discoteca, ve un único copo de nieve pasando justo delante de sus ojos hasta posarse sobre el suelo.
Miguel siempre creyó en las señales, recuerda Mónica sobrecogida.
Vuelve a su lado en dos zancadas y, rápidamente, conecta sus labios con los del extraño, sin dejar tiempo de que el otro se replantee las cosas.
—¿Qué haces? —susurra él. Mónica entrecierra los ojos, su manía preferida.
—Me gustan las contradicciones —aclara.
Comentarios
Estaré pendiente!
Unbesin
Me encantan las fotos y la nieve del blog
Un beso
Espero que pasaras buenas fiestas, guapi :)
porque a mi también me gustan las contradicciones y creo en las señales ;)
siento que esto tiene potencial…
likee ^-^
Copos de nieve!
(A mí también me gustan als contradicciones)
Un beso bonita!