pedacitos.

— ¡Laura!
Se gira, sobresaltada. Suspira aliviada al ver al portero.
—Hola, Samuel. —sonríe, borrando con a manotazos las lágrimas. —¿Querías algo?
Él mira sus ojos enrojecidos y esquivos.
—Te sientes sola, ¿verdad? —suelta abruptamente. Apenas coge aire sigue —: Yo también. No soy el más guapo, ni el más listo, ni mucho menos el más ingenioso. En realidad, no te merezco, no tengo nada que ofrecerte, sé que no te merezco ni mucho menos, pero por favor, no vuelvas a llorar, o yo... Sé que no tengo derecho a inmiscuirme, pero es que yo... Es que yo, si te veo llorar, noto el mundo romperse en pedacitos contigo.
Laura mira incrédula sus ojos corrompidos por la vergüenza, repite mentalmente las palabras acomplejadas y entonces sonríe. De verdad, sin rastro de las lágrimas que ya ha olvidado.
—Lloraba porque me daba miedo tu respuesta. —responde. Antes de que Samuel pueda preguntar, encuentra los labios de Laura pegados a los suyos.

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humo. frío. ruido. luces. noche. inspiración intermitente.
sueños rotos, corazones hechos de hielo.
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