espíritus circenses.
—Es como si estuviera en equilibrio. —me explicó una vez. —Tú estás en la cuerda. A veces estás en perfecto equilibrio, arriba, te sientes bien, quieres tocar las estrellas y sientes que tus dedos podrían cautivarlas, arañarlas. Otras veces, te tambaleas. Tiemblas. De repente ves que el suelo tira demasiado de ti, que el golpe al caer será terrible, que quizá nunca vuelvas a levantarte.
—¿Y dónde estás tú ahora? —dije yo tras una pausa.
Ella se quedó callada también un momento.
—Yo estoy en ese momento en el que los focos del circo te impiden ver cuánto te queda para llegar, estás ahí, en medio, y lo único que puedes hacer es quedarte congelada porque no sabes cuándo vas a caerte ni cuánto te falta para triunfar.
—¿Y? —insistí.
—Y sólo sabes una cosa... Que nadie puede mantener el equilibrio para siempre.
—¿Y dónde estás tú ahora? —dije yo tras una pausa.
Ella se quedó callada también un momento.
—Yo estoy en ese momento en el que los focos del circo te impiden ver cuánto te queda para llegar, estás ahí, en medio, y lo único que puedes hacer es quedarte congelada porque no sabes cuándo vas a caerte ni cuánto te falta para triunfar.
—¿Y? —insistí.
—Y sólo sabes una cosa... Que nadie puede mantener el equilibrio para siempre.
Comentarios
Un beso
Enserio, mi pequeña y querida Fuss, últimamente tus entradas me encantan :)
Un saludo :)