Navegantes hasta el fin del mundo.
La historia de sus hazañas se precipitó al océano con él.
Todavía hoy no se conoce a ciencia cierta cuáles fueron sus logros, qué tierras fue el primero en atisbar, o qué mares llevaron su nombre en su honor. Cuando el barco se extinguió, decidió llevarse su pequeño pedazito de la Historia consigo.
Aún ignoran de qué ejércitos escapó, a cuántos piratas adelantó en veloz carrera por su vida. No se sabe nada de él, ni el color de sus velas, ni el olor que despedía su madera empapada de sal, ni tan siquiera cuántas orgullosas personas lo habitaban. Su bandera, ah, descansa en alguna perdida parte de cualquiera de los siete mares, mientras los peces se regocijan mirándola sin alcanzar a entender por qué.
Todos creen que no existió, todos, en vuestra presunción, asumisteis que jamás surcó los océanos. Pero yo vi al mismísimo Pireo llorarle cuando partió por última vez, yo aprendí de memoria cada veta de su madera, fui yo quien se tatuó su salitre en las venas. Yo me hundí en la mar con él cuando siete mares se nos quedaron pequeños. La Atlántida tiene muchos tesoros que narrarnos al oído, y nosotros, sí, nosotros, necios, estaremos allí para escucharla.
Todavía hoy no se conoce a ciencia cierta cuáles fueron sus logros, qué tierras fue el primero en atisbar, o qué mares llevaron su nombre en su honor. Cuando el barco se extinguió, decidió llevarse su pequeño pedazito de la Historia consigo.
Aún ignoran de qué ejércitos escapó, a cuántos piratas adelantó en veloz carrera por su vida. No se sabe nada de él, ni el color de sus velas, ni el olor que despedía su madera empapada de sal, ni tan siquiera cuántas orgullosas personas lo habitaban. Su bandera, ah, descansa en alguna perdida parte de cualquiera de los siete mares, mientras los peces se regocijan mirándola sin alcanzar a entender por qué.
Todos creen que no existió, todos, en vuestra presunción, asumisteis que jamás surcó los océanos. Pero yo vi al mismísimo Pireo llorarle cuando partió por última vez, yo aprendí de memoria cada veta de su madera, fui yo quien se tatuó su salitre en las venas. Yo me hundí en la mar con él cuando siete mares se nos quedaron pequeños. La Atlántida tiene muchos tesoros que narrarnos al oído, y nosotros, sí, nosotros, necios, estaremos allí para escucharla.
Comentarios
Un beso
Cada día me encantan más!
Ya sean de héroes, piratas, amantes o cualquier personaje.
Un beso enorme bonita :)
Se ve que estoy demasié emocionada con la peli de Tintín porque la idea de surcar el mar en barco se me ha ido a un galeón...:)
¡besotes!
Me pregunto si existió.. pero yo creo que sí, y si no fue así, mi corazón cree lo contrario.
Sería increíble descubrir algo tan grandioso como eso..
un beso!
(abrazos azucarados)