Ya desde ese día supe que era idiota. No tonto, sino un idiota de la peor calaña, de esos que no descansan hasta que lo que quieren demostrar se te queda grabado en las pupilas el resto de tu vida, y tú sonríes y te dices: «será idiota».
Londres era mi ciudad preferida, y encima vivía en ella. Las nubes eran grises algodones de azúcar, su vena acuosa era el suero que le daba vida, el tic-tac de ese reloj descomunal que todos identificábamos marcaba los latidos de la ciudad. London era la palabra mágica entre nosotros, era nuestra muletilla, era nuestro París perfecto, bastaba decirla para que el hechizo surtiera efecto y empezáramos a reír. Y nada más importaba.
Pero la magia también tiene fecha de caducidad.
hay una entrada extra, recién salida de la suite del hotel: ayúdala a volver votándola. (: Pecera apagada.
Comentarios
Ahora me paso por el hotel
Que pena eh.. ojalá no fuera así, pero en fin, qué se le va a hacer!
He intentado pasarme por el hotel y eso.. pero no sale :/, quizás hayas puesto algo mal.. no sép
Un beso!
(LONDRES, me encanta!!)
¡besotes!
@Mandarina: sí, en principio era para eso pero me vi incapaz de añadir nada a esa última frase. (:
@Pain and Suffering: ¡demo arigato por avisarme! ya he corregido el enlace (gracias por intentar votar ^^)
@Komaki: es que me sé de una cabina azul que anda esperándonos en esa ciudad... [:
(すてきな)
Un beso!
Hay idiotas e idiotas... Yo siento que hace tiempo que no grabo más que idioteces en mis pupilas o.O