Malditas monedas de dos caras.
(todo empezó en Lamina)
—Laetitia. —mascullé en cuanto la vi entrar. —¿Qué coño quieres?
—Soy la hermana optimista, alta, bien formada y, sobre todo, alegre. —empezó para machacarme.
—Y te has colado en mis asuntos: en mi casa. Soy la hermana con casa.
—Sí. Le darías lástima al encargado.
Odiaba su humor estúpido. Alcé una ceja.
—Deja de vacilarme.
—Necesito tu ayuda.
Suspiré. Claro que la necesitaba, tanto como yo la de ella.
—Se nos ha enamorado. —musité.
Sí, estabas enamorada, nos dimos cuenta antes que tú, Laetitia con alegría, yo con tristeza.
Laetitia me tendió la mano.
—Somos las dos caras de una ácida moneda, hermana. Así que ¿tregua?
Oh là là, l'amour. Lo siento, querida mía, pero mis garras se extenderán muchas veces a tu corazón hasta que se vaya el amor. Y creo que lo mejor será que no sea la única que se apodere de ti.
—Tregua, hermana. —acepto a regañadientes. Laetitia sonríe.
—No te sientas culpable... Si tú y yo no colaboramos, si no componemos nuestro cóctel amargo cuando ella se enamora, no se enamorará. —me dice.
Cierto.
Comentarios
¡besos!♥
Me alegro de que te guste el nuevo diseño, igual le cambio aún alguna cosa pero estoy bastante contenta!