Fénix
Oh là là, l'amour.
Creo que es la única sensación del mundo que tiene de positivo tanto como de negativo. Olvidas todo y te dejas llevar, como si tus pies fuesen un timón desbocado, las alas de una mariposa que se dirige a morir. Es breve -y lo bueno, si breve...-, pero te destroza. No mientras lo vives, porque entonces lo vives al máximo, es cuando muere cuando notas todo el cansancio sobre tu espalda. Y entonces, sorprendida, te preguntas cómo has podido aguantar tanto peso, cómo has podido soportar todas las noches, las mañanas y las tardes lejos de él. Y, lo peor, cómo vas a soportar ahora esa noche eterna alejada de sus labios, sus ojos... de él.
Y tiemblas de miedo, temes no volver a ser capaz de cargar con todo el peso que supone amar. Lloras, lloras mucho, intentas expulsar sus nocivos recuerdos de dentro de ti, pero ellos se agarran a tu corazón y chillan, no quieren abandonarte. Y tú tampoco te empeñas demasiado. Es tan fácil no salir de la noche solitaria, quedarte recordando su mirada como si fuese a atravesar el umbral de tu puerta, como hacía antes.
Poco a poco, vuelves a ver salir el sol, tus sonrisas vuelven a brillar, tus pies son de nuevo ligeros y te mueven allá donde tú les ordenas. Eres "feliz", así, entre comillas. Le echas de menos, pero no derramarías ni una lágrima más por él.
Y entonces, querida idiota, cuando has resurgido de tus cenizas, unos ojos diferentes, pero aún suyos, se cruzan por delante de ti. Y es que es él, con otro rostro, otro cuerpo, otra vida, otro nombre, otra mirada. Pero es más él que antes, incluso. Y en tus pies vuelven a crecer las alas de mariposa que se creen autónomas, tú dejas que te lleven otra vez... Olvidas lo breve que fue la vez anterior, lo duro que fue limpiarte de él. Esta vez durará para siempre, dices cuando le sonríes.
Yo me quedo escondida en lo más hondo de tu mente, yo, la tristeza. Y sonrío, obviamente, con tristeza.
-Ya veremos, mi querida idiota. -murmuro, echando el humo del cigarro. -Aunque tú lo olvides, yo sí sé cuántas veces te he visitado.
Pero intento mantenerme alejada de ti, al menos, hasta que vuelva el ocaso.
Creo que es la única sensación del mundo que tiene de positivo tanto como de negativo. Olvidas todo y te dejas llevar, como si tus pies fuesen un timón desbocado, las alas de una mariposa que se dirige a morir. Es breve -y lo bueno, si breve...-, pero te destroza. No mientras lo vives, porque entonces lo vives al máximo, es cuando muere cuando notas todo el cansancio sobre tu espalda. Y entonces, sorprendida, te preguntas cómo has podido aguantar tanto peso, cómo has podido soportar todas las noches, las mañanas y las tardes lejos de él. Y, lo peor, cómo vas a soportar ahora esa noche eterna alejada de sus labios, sus ojos... de él.
Y tiemblas de miedo, temes no volver a ser capaz de cargar con todo el peso que supone amar. Lloras, lloras mucho, intentas expulsar sus nocivos recuerdos de dentro de ti, pero ellos se agarran a tu corazón y chillan, no quieren abandonarte. Y tú tampoco te empeñas demasiado. Es tan fácil no salir de la noche solitaria, quedarte recordando su mirada como si fuese a atravesar el umbral de tu puerta, como hacía antes.
Poco a poco, vuelves a ver salir el sol, tus sonrisas vuelven a brillar, tus pies son de nuevo ligeros y te mueven allá donde tú les ordenas. Eres "feliz", así, entre comillas. Le echas de menos, pero no derramarías ni una lágrima más por él.
Y entonces, querida idiota, cuando has resurgido de tus cenizas, unos ojos diferentes, pero aún suyos, se cruzan por delante de ti. Y es que es él, con otro rostro, otro cuerpo, otra vida, otro nombre, otra mirada. Pero es más él que antes, incluso. Y en tus pies vuelven a crecer las alas de mariposa que se creen autónomas, tú dejas que te lleven otra vez... Olvidas lo breve que fue la vez anterior, lo duro que fue limpiarte de él. Esta vez durará para siempre, dices cuando le sonríes.
Yo me quedo escondida en lo más hondo de tu mente, yo, la tristeza. Y sonrío, obviamente, con tristeza.
-Ya veremos, mi querida idiota. -murmuro, echando el humo del cigarro. -Aunque tú lo olvides, yo sí sé cuántas veces te he visitado.
Pero intento mantenerme alejada de ti, al menos, hasta que vuelva el ocaso.
Comentarios
De todas formas razón tienes, jejeje, lo único en lo que no estoy de acuerdo es en que es breve... no siempre, no tiene por qué creo yo...
y ahora voy a dejar de llevarte la contraria y me voy a meter a la cama me parece que sin comer porque he hecho el último examen por la mañana y sinceramente no tengo mucha idea de lo que digo... :) A ti como te ha ido?? Un besin
Espero que él se digne a aparecer pronto...! jajaja
Un saludo :)
Me alegro de ver que rompes con gusto tus "manías" jejeje
Me ha encantado :)
~Un beso
Un beso
Escribes muy bien, oye xD
un saludo!
Un abrazo!