espíritu infantil

a estas horas estaré yendo a por mis notas.
se supone que no hay de qué preocuparse, pero hagamos un trato: me dejáis algo tan bonito/optimista/feliz/etc como lo que os he traído yo. ¿vale?

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No me gustó su sonrisa. Dicen que uno termina por oler el peligro.
―Mira lo que tengo. ―me dijo, sí, sin dejar de sonreír.
Con un gesto abrupto, pareció tirar lo que tenía en la mano contra el suelo. Pero no: aquella cosa se detuvo a escasos centímetros del golpe.
Oh, no.
―Un yoyó. ―comprendí, maldiciendo.
Shiko volvió a demostrarme su absoluto dominio del juguete mientras ampliaba su sonrisa.
Aprendí  a odiar los yoyós en las manos de Shiko. Porque, con esa especie de arma infantil, Shiko tenía la magia más poderosa... era una bruja que, con los ojos anclados en el círculo oscilante, tenía la magia más poderosa, un poder que adoraba cultivar, en el que se abstraía horas y olvidaba por completo el mundo, el mundo que yo llamaba real y el que ella definía como tangible.
Soñar.