Dime qué demonios puedes hacer.

    En cuanto cerró la puerta de la casa tras él, a Vincent se le congeló el corazón. Nadie habría notado nada -persianas subidas, cortinas echadas, silencio absoluto-, pero él no era nadie, y por eso estaba aterrorizado.
Corrió por el pasillo, abrió la puerta del salón y dejó caer al suelo su cazadora sin apartar los ojos de la escena.
    ―Eh, Charlie. murmuró Vincent, arrodillándose junto a ella. Charlie, sentada en el suelo y encogida sobre sí misma, giró la cabeza en un vano intento de esconder su llanto. Qué ha pasado.
     ―¿Qué haces cuando una persona se las da de buena, comprensiva, abierta y sabia, pero en realidad sólo quiere putearte y ni siquiera te deja defenderte?
   Vincent lo entendió todo de golpe. Charlie había vuelto a vérselas con esa profesora, esa mujer aparentemente agradable que detestaba el valor de Charlie, su sonrisa, su inteligencia y, sobre todo, su capacidad de soñar y ser siempre libre, sin rendirse ante nada.
   Para él era obvio que esa mujer se podría por la envidia, pero no podía explicarle a Charlie lo maravillosa que era, que la profesora sólo la menospreciaba porque no podía soportar ver a alguien con tanta luz en los ojos, alguien que valía tanto, y por eso intentaba aplastarla.
   Charlie lloraba y, al día siguiente, cuando acababa su turno en el hospital, volvía a su pequeña clase en la universidad para demostrarle que podría hacerle mucho daño sin conseguir apagarla jamás. Pero, en casa, Charlie sólo podía llorar de rabia, llorar para no golpearla o decirle verdades que podían matarla por dentro. Y entonces no hay palabras que cierren las heridas, pero sí hay gestos que te demuestran que las heridas se comparten.
     ―Sigue soñando, Charliemurmuró Vincent, sorprendido de encontrarse llorando.

Comentarios

While ha dicho que…
Esta entrada es una de las mejores, supongo que es porque es con la que más me identifico de todas (será eso)

Besos
Parisino[s]
:)
Carlos ha dicho que…
Sigue soñando, me gusta
Un beso
Mandarina ha dicho que…
Esos profesores...uffff yo estoy así con una profesora amargada que parece que disfruta imponiendo su capricho a la carrera de los alumnos...
Komaki ha dicho que…
Profesoras: o un encanta, o un ser del infierno. En fin, creo que es mejor que siga soñando, si. Buena entrada, ¡besos!
Un lobo durmiente ha dicho que…
es precioso, me alegro de que digas lo que hacen los profesores (no sé, a mí me ha pasado). La historia de Charlie me ha encantado, y si tuviera que darte un consejo... Sigue soñando, para que ella también pueda hacerlo.