lo siento, guapo, pero no.
-¡Chicos, salid al patio de una buena vez!
Siempre se deja la garganta en hacerse oír por encima de carcajadas, gritos y llantos de los párvulos.
Adora ser una especie de segunda madre para todos ellos.
-¿Has visto al nuevo, Laura? -le dice una compañera.
La verdad es que no. Y tampoco tiene prisa.
-Mira, ése. -susurra la otra.
Laura le mira con desdén. De su misma edad -recién salido de la universidad-, es el estereotipado guaperas de sonrisa tonta, inocente, de ojos claros.
Ah, no. Ella ya ha sufrido demasiado por idiotas así, por, simplemente, confiarse.
Frunce los labios. Su compañera le dice algo entre risitas tontas. Él la mira de una forma que, bueno, ella termina por disculparse y alejarse, colorada y con una sonrisa idiota.
"Mi turno", comprende la tímida Laura mientras le alcanza en pocos taconeos.
-Mira, chulito, ya lo he pasado muy mal por tíos como tú. Esto es una escuela y somos compañeros. Si vienes a enseñar, bien. Si vienes a acostarte con nosotras, puedes irte a tomar viento.
Silencio. Laura casi se sonríe, bravo, es difícil acallar a esa clase de tipos.
-¿Y bien? -insiste. -Quiero respuesta.
-Alguien que me contesta. -sonríe. -Al fin...
-Guárdate tus sonrisas, yo no pienso babear por ti.
Se queda serio. Más que serio, grave.
-...Al fin alguien con cerebro. -completa su frase.
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Un beso