Código: SHAMBARA (2)
antes de nada, recordad que el plazo del concurso expira ya
Teclea con la habilidad que da la práctica.
Shambara entra a una sala circular y muy amplia, llena de más... más gente como ella, con la misma ropa ligera, el cuerpo desgarbado pero fuerte.
En el centro, en una mesa también circular y repleta de monitores, se yergue Jim como el rey de toda esa colección de traficantes. Shambara se acerca a él con la ligera carrera de un felino y deposita la pequeña mochila negra junto al teclado de Jim.
Éste clava en ella sus ojos verdes. Es el típico friki: delgado, de aspecto debilucho, pálido, de pelo lacio y negro. No se digna a mirar el objeto que su cliente ha esperado tanto tiempo, la mochila negra; sólo tiene ojos para Shambara. Ella espera pacientemente a que se digne a hablar.
–¿Por qué has estado tan ausente estos días? -dice él, sin acusaciones, sin reproches: sólo pregunta, sólo quiere saber. Shambara, pese a todo, borra su sonrisa.
Y es que Jim ha llegado tan lejos porque es capaz de verlo todo, es un genio observador con ojos por todas partes.
–Mi hermano me ofreció un puesto en la policía. Ya sabes, dinero asegurado todos los días, horarios, posibilidad de caminar por las calles a plena luz del día.
–¿Por qué sigues aquí? -continúa Jim con su tono de bot curioso. Shambara le brinda una amplia sonrisa, el preludio de una carcajada.
–Dudé... hasta que me dijeron que había que llevar uniforme.
Teclea con la habilidad que da la práctica.
SHAMBARA
Con un clic, la puerta se desbloquea.Shambara entra a una sala circular y muy amplia, llena de más... más gente como ella, con la misma ropa ligera, el cuerpo desgarbado pero fuerte.
En el centro, en una mesa también circular y repleta de monitores, se yergue Jim como el rey de toda esa colección de traficantes. Shambara se acerca a él con la ligera carrera de un felino y deposita la pequeña mochila negra junto al teclado de Jim.
Éste clava en ella sus ojos verdes. Es el típico friki: delgado, de aspecto debilucho, pálido, de pelo lacio y negro. No se digna a mirar el objeto que su cliente ha esperado tanto tiempo, la mochila negra; sólo tiene ojos para Shambara. Ella espera pacientemente a que se digne a hablar.
–¿Por qué has estado tan ausente estos días? -dice él, sin acusaciones, sin reproches: sólo pregunta, sólo quiere saber. Shambara, pese a todo, borra su sonrisa.
Y es que Jim ha llegado tan lejos porque es capaz de verlo todo, es un genio observador con ojos por todas partes.
–Mi hermano me ofreció un puesto en la policía. Ya sabes, dinero asegurado todos los días, horarios, posibilidad de caminar por las calles a plena luz del día.
–¿Por qué sigues aquí? -continúa Jim con su tono de bot curioso. Shambara le brinda una amplia sonrisa, el preludio de una carcajada.
–Dudé... hasta que me dijeron que había que llevar uniforme.
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