1, 2, 3 o'clock, 4 o'clock, Rock!

¿Cómo diantre puede vivir la gente sin música?
De verdad que no lo entiendo. Pero no hablo de gente de mi edad, ésos están tan tarados que ya no me fío mucho. Hablo de mi abuela.
Hoy ha venido a mi casa. Se quejó, como siempre. Me dio los consabidos besos, y luego estuvo hablando con mi madre. Y yo me pregunto que si a este tipo de gente, y no todos tienen ochenta años, no les pesa caminar todo el día entre el silencio, o moverse por el mundo interactuando con gente que tal vez esté igual de vacía en su silencio. Sí, lo mío se debe a algo especial, sé que no soy el estereotipo de adolescente, ni siquiera de friki, pero aun así... No, no puedo entenderlo.
Por eso he tenido una idea, un truco, una trampa.
Me la imagino hace setenta años... 1940, ¿no?, la imagino en 1940 con uno de los trajes típicos de Caso Abierto, con mi edad, bailando al lado de uno de esos gramófonos, cuya aguja hace girar incesantemente un enorme disco de vinilo, mientras clava las pupilas del azul del hielo en un futuro abuelo mío, el cual tiene unos los ojos tan abiertos que no soy capaz de imaginármelo.
Allá, en una época sin cámaras, sin televisores, sin mp3, una época donde los  momentos tienes que guardarlos por ti mismo, en tu cabecita, y confiar en que tu caprichosa memoria no vaya a hacerlos desaparecer si los revives con suficiente frecuencia.
Es entonces cuando mi abuela baila al ritmo del recién nacido rock n' roll, por encima de guerras, dictaduras, tiranías sociales, cuando sólo importa su canción.
Es entonces cuando yo le sonrío y puedo entenderla.