Y el cristal estalló en pedazos tan brillantes como sus lágrimas. (TEMPUS)

Allegro dejó que la estilográfica resbalase entre sus dedos. Se quedó completamente quieto. Al cabo de un rato, cruzó los brazos sobre los papeles y apoyó el rostro en ellos.
Tenía esa miríada de notas en la cabeza. Últimamente tenía una buena racha: no se había bloqueado, o no durante días, como solía pasarle al principio.
Pero es que empezaba a saber que su vida jamás sería lo bastante largo para permitirle escribirlo todo.
Una lágrima cayó contra el cristal de las gafas: con mucha rabia, se las arrancó y las lanzó al otro lado del cuarto, quería olvidarlas durante un segundo. Fingió no escuchar que el cristal estalló en pedazos tan brillantes como sus lágrimas.
Mientras el primer sollozo rompía su pecho, Allegro se alegró mucho de haber huido de la casa de sus padres. Confundían aquellas explosiones tan suyas con cosas terribles e intentaban arrancárselos. Era su carácter estallar para liberar todo lo que no podía expresar de otra forma, y contenerlo era intentar acabar con él.
Allegro sacó el vibrante teléfono de su bolsillo.
-Sí.
-Allegretto, dime que no has vuelto a hacer ninguna tontería. -sentencia Dària.
Allegro querría llorar hasta ahogarse, durante un segundo. Dària siempre tuvo la virtud de entristecerle al máximo. Tal vez porque era la amiga fiel y serena que él nunca logró alcanzar.
Buscó sus gafas a ciegas, con sus ojos miopes esforzándose en distinguirlas. Tendría que buscarlas a tientas.
Apartó el teléfono para carraspear un poco antes de volver a acercárselo para hablar sin rastro de tristeza.
Y es que Dària tenía otra virtud: era la única persona a la que Allegro era capaz de engañar.
-No, claro que no. Si yo estoy -mejor que nunca.

Comentarios

Mandarina ha dicho que…
Me encantan los nombres italianos que escoges (en general me encantan los nombres italianos) :) Anímate, yo te dejo aquí un comentario para que sonrías, pero no podemos hacer todo nosotros :)