s y e m m p r e .
¿Te acuerdas aún de cuando empezamos a escribir?
Los lapiceros eran fascinantes armas en nuestras manos, con las que seríamos capaces de desbaratar el mundo entero. El dolor de los dedos, forzados a sostener las varitas de madera, no nos amedrentaba: éramos poderosos guerreros que sentían la fuerza del universo en sus pequeñas palmas.
Entonces sólo sabíamos el poder que estábamos a punto de ser capaces de entender: aún no sospechábamos el daño que podríamos llegar a hacer, esas minas de grafito y nosotros con ellas.
¿Cuántos años hace ya, desde que sostuvimos un lápiz por primera vez correctamente, y fuimos capaces de esbozar con letra temblorosa la primera de nuestras palabras? No lo sé, hace mucho... Tal vez mil años, ¿no crees?
¿Y recuerdas lo primero que escribimos sin que aquella maestra nos dictase?
syemmpre.
Pero no fuimos capaces de durar tanto tiempo, ¿verdad? syemmpre . . . syemmpre es demasiado. Las palabras escritas nos destruyeron, a ti, a mí y a todos.
Tal vez por eso tú y yo nos dediquemos a la literatura. Tal vez sólo seamos capaces de olvidar ese doloroso syemmpre que va pisándonos los talones -y robándonos los últimos lapiceros inocentes que nos queden- soltando todas las palabras que sabemos atropelladamente, y darles forma, y esconder así que un día fuimos críos que se sentían fuertes con un simple lapicero. Ahora ya -y ahora quiere decir syemmpre- no nos queda nada que nos haga sentir esa fuerza e inocencia. Las minas de grafito lo destruyeron todo.
Quizá fueron las manos que las empuñaban como prometedoras armas.
Los lapiceros eran fascinantes armas en nuestras manos, con las que seríamos capaces de desbaratar el mundo entero. El dolor de los dedos, forzados a sostener las varitas de madera, no nos amedrentaba: éramos poderosos guerreros que sentían la fuerza del universo en sus pequeñas palmas.
Entonces sólo sabíamos el poder que estábamos a punto de ser capaces de entender: aún no sospechábamos el daño que podríamos llegar a hacer, esas minas de grafito y nosotros con ellas.
¿Cuántos años hace ya, desde que sostuvimos un lápiz por primera vez correctamente, y fuimos capaces de esbozar con letra temblorosa la primera de nuestras palabras? No lo sé, hace mucho... Tal vez mil años, ¿no crees?
¿Y recuerdas lo primero que escribimos sin que aquella maestra nos dictase?
syemmpre.
Pero no fuimos capaces de durar tanto tiempo, ¿verdad? syemmpre . . . syemmpre es demasiado. Las palabras escritas nos destruyeron, a ti, a mí y a todos.
Tal vez por eso tú y yo nos dediquemos a la literatura. Tal vez sólo seamos capaces de olvidar ese doloroso syemmpre que va pisándonos los talones -y robándonos los últimos lapiceros inocentes que nos queden- soltando todas las palabras que sabemos atropelladamente, y darles forma, y esconder así que un día fuimos críos que se sentían fuertes con un simple lapicero. Ahora ya -y ahora quiere decir syemmpre- no nos queda nada que nos haga sentir esa fuerza e inocencia. Las minas de grafito lo destruyeron todo.
Quizá fueron las manos que las empuñaban como prometedoras armas.
Comentarios
PD: a mí me gusta mucho la palabra prende, creo que porque la asocio con la de syemmpre, y porque parece que podemos estar prendidos al cielo, como las frutas a los árboles :)
Guau, sólo puedo utilizar mi adjetivo favorito
APOTEÓSICO
Un beso
Me ha gustado mucho.
Besos
Cita
Bueno Fuss!
Creo que me voy a quedar por aquí.
Un beso.