¿Qué tienes ahí?

El profesor soltó aquella sentencia en mitad de su sermón. Vio que el alumno objeto de sus palabas se estremecía: culpable. Se levantó de aquella hundida butaca con cierto esfuerzo y avanzó hasta el pupitre, siendo el único en romper el sepulcral silencio que de repente anegaba el aula.
Cogió la hoja ante la resignación del alumno, que ya se veía ajusticiado por su crimen.
En aquella hoja cuidadosamente doblada por la mitad había una sola frase, escrita lo más elegantemente posible, con orgullo y mimo.
«*Y los pájaros tras los barrotes eran grises cometas que se estremecían por la caricia del viento, y las notas que regalaban al mundo rompían los grilletes que intentaban -vanamente- atarme al suelo de la celda.* »
La clase entera conocía la dureza de aquel afable profesor cuando detectaba falta de atención. Por eso nadie dio crédito a sus ojos cuando el profesor le devolvió la hoja al alumno respetuosamente, se acercó a su mochila, sacó un pañuelo y salió del aula.
Con los ojos nublados.
Pero claro, ninguno de los alumnos sabía tampoco que a aquel afable profesor le había encantado volar cometas hacía mucho tiempo... -o ver a los pájaros, según se mire.

Comentarios

Carlos ha dicho que…
De los mejores, y la frase que escribió es preciosa
Un beso
Mandarina ha dicho que…
Ge-ni-al. _Me encanta, de lo más que he leído tuyo, y eso que me has hecho fiel seguidora. Espero con impaciencia que te pases, he creado un personaje! un beso :)!!
LaU ha dicho que…
Que bonito!
Ecribiendo en clase jaja Eso me recuerda a mi