Paraguas de colores
Era un bonito paraguas estampado.
De colores.
Sin duda, llamativo.
Pero lo más importante era que a ella le gustaba llevarlo siempre consigo, en otoño, primavera e invierno -guardándolo en un cuidado arcón en verano-, colgado de su brazo mientras paseaba, muy seria.
El paraguas balanceándose con cada uno de sus pasos era un recuerdo.
-¡Ah! -dice el otro, echándose hacia atrás en su silla para liberar una carcajada. Su compañero, quien cuenta la historia, le mira con el ceño fruncido. -Ahora entiendo su apego.
-No vuelvo a hacerte caso. -refunfuña el narrador.
-No, si me encanta que improvises historias. Anda, cuéntame cómo acaba.
El narrador sonríe para sí.
-Ése es el final. O mejor, digamos que no está acabada todavía.
Coge su café y sorbe un poco del líquido mientras sus ojos se pierden en la distancia, viendo más allá del bar.
-Ella aún sigue buscando a quien le entregó ese paraguas que baila, que parece no cuadrar con su forma de vestir, de moverse... -agrega.
Sonríe de nuevo.
-A veces, además, la acompaña un sonido armonioso, mecido por el viento y transportado hasta lejos, que parece atestiguar su llegada.
Su compañero alza los ojos hacia la puerta del bar, que acaba de abrirse, como señala el suave tintineo de uno de esos hogareños móviles que está de moda colgar en las puertas.
Es una mujer.
Y lleva un paraguas de colores colgado del brazo.
De colores.
Sin duda, llamativo.
Pero lo más importante era que a ella le gustaba llevarlo siempre consigo, en otoño, primavera e invierno -guardándolo en un cuidado arcón en verano-, colgado de su brazo mientras paseaba, muy seria.
El paraguas balanceándose con cada uno de sus pasos era un recuerdo.
-¡Ah! -dice el otro, echándose hacia atrás en su silla para liberar una carcajada. Su compañero, quien cuenta la historia, le mira con el ceño fruncido. -Ahora entiendo su apego.
-No vuelvo a hacerte caso. -refunfuña el narrador.
-No, si me encanta que improvises historias. Anda, cuéntame cómo acaba.
El narrador sonríe para sí.
-Ése es el final. O mejor, digamos que no está acabada todavía.
Coge su café y sorbe un poco del líquido mientras sus ojos se pierden en la distancia, viendo más allá del bar.
-Ella aún sigue buscando a quien le entregó ese paraguas que baila, que parece no cuadrar con su forma de vestir, de moverse... -agrega.
Sonríe de nuevo.
-A veces, además, la acompaña un sonido armonioso, mecido por el viento y transportado hasta lejos, que parece atestiguar su llegada.
Su compañero alza los ojos hacia la puerta del bar, que acaba de abrirse, como señala el suave tintineo de uno de esos hogareños móviles que está de moda colgar en las puertas.
Es una mujer.
Y lleva un paraguas de colores colgado del brazo.
Comentarios
Me encanta esta entrada
Un beso
Forever and ever, saywhatyouthink.
me gusta el cambio del diseño
Un beso
Me alegro de que te guste la purpurina jaja, la verdad es que no sabía si pegaba mucho pero solo me costó un cntl-c cntrl-v y un código html de 100 líneas (aprox) :)