Para alguien a quien llamo Pucho

Todos tenemos muy claro que has hecho lo mejor que has podido. ¡Eh!, no bajes la mirada. Sé que lo peor que te puedo hacer es obligarte a mirarme, pero lo necesito esta vez.
Te quiero. Eso ya lo sabemos todos, pero es lo mejor para empezar. Así ya no podré sentirme más idiota.
El mundo te putea por todas partes miríadas de veces. Pierdes la última esperanza que te queda, dejas que el universo se mueva a tu alrededor arrastrándote, por qué no. No voy a decirte qué es lo mejor, sería hipócrita cuando los dos estamos secos de llorar tanto. Lo peor es recordar cuando jugábamos con aquellos viejos mandos y los "píxeles como puños", ¿te acuerdas?, y los estudios eran lo más sencillo del mundo, todo parecía fácil, prometíamos que siempre seguiríamos así. Y ahora ya ni siquiera eso importa.
No sé tú, pero yo me afano en seguir haciendo fotografías, besando a mi gato, riendo con mis amigos, escribiendo mis ideas, y desafiando a los que me intentan detener. Pero yo también rompo a llorar mientras la cámara enfoca la imagen que quiero apresar, o mi gato ronronea, o la frase que escribo me falla de repente. Y luego la rabia, de no poder vencer, de no controlarte, de que todos te vean, de que todos te fallen y no sean capaces de ayudarte.
Tras toda esta empatía y todos los recuerdos, aquí deberían venir las razones para animarte.
El problema es que sigo buscándolas.
Lo único bueno que he podido sacar es llora, y yo lloraré contigo, y no es para hacerte sentir culpable. Es para recordarte lo unidos que estamos desde siempre, aunque ya no seamos los que disfrutaban de veras con una vieja Play (o un juego de fantasmas que brillaban en la oscuridad cuyas instrucciones habíamos perdido). Es cierto que hoy me lo has tenido que recordar tú mucho más, pero no importa, hoy me has necesitado tú.
Recuerda que no todos vamos a fallarte. Hazme caso. Dale tiempo al mundo.
Y ahora es cuando la gente nos dirá algo para poder seguir adelante, ellos que no andan de bajón.
Creo que llega el momento de aguantar los sollozos para escucharles, viejo amigo.
y a vosotros, gente-del-no-bajón, os tengo preparada una entrada más propia de mí, tranquis, que sé llorar y escribir a un tiempo.

Comentarios