lección de medicina

hoy traigo una de ésas con moraleja añadida.
anda, animadme un poquito con un comentario (:
Todo su odio hacia sí mismo comenzó con aquel maldito libro.
Un libro sobre el nazismo: en principio, nada raro. Un tema bastante recurrente en la literatura actual.
El problema era el libro en concreto.
Sobre experimentos en los campos de concentración.
Lo comenzó a leer cuando todavía estaba en la Facultad de Medicina. Lo leyó a escondidas durante una clase especialmente aburrida, y casi deseó atender a la charla. Aquel libro decía unas mentiras impresionantes. Enseguida adjudicaba tal logro de la Medicina o de la Ciencia en general a experimentos nazis.
Él, enfadado contra el inmoral autor, fue el último en salir del aula, pero antes de abandonarla lo tiró a la vacía papelera.
El profesor lo vio y, con curiosidad, se acercó para ver el título del libro.
Cuando lo leyó, su expresión se tornó grave. Se agachó y lo recogió.
Al día siguiente, se acercó a su antiguo dueño y se lo tendió con expresión grave.
-No se debe desdeñar tan fácimente la lectura de un libro que dice la verdad sin miedo a las consecuencias. -le dijo. Su gravedad sólo consiguió enfurecer a aquel temperamental joven.
- ¡¿Cómo puede decirme que lea una basura así?! ¡Nada de lo que dice es cierto!
Aquel anciano profesor se lo tendió con más ímpetu.
- ¿Quién te ha dicho eso? -inquirió.
El joven estudiante le miró con una expresión de inmensa sorpresa: él se limitó a sonreír y dejar el libro sobre su mesa.
Intrigado, él reanudó la lectura del libro. Lo llevaba a la clase de aquel viejo y leía, parapetándose tras la mochila, surcaba ávidamente aquellas páginas, llenas de mentiras o de desconcertantes verdades, él no sabía...
El profesor daba la clase evitando mirarle, pero de cuando en cuando se acercaba lo bastante como para descubrir que aquel joven estaba devorando ese libro.

"Es imposible" murmuró, moviéndose por la habitación con ímpetu.
Se detuvo de golpe para mirar el endemoniado libro, posado sobre su escritorio.
Reanudó aquella frenética búsqueda. Sacó un diccionario de medicina de la estantería y consultó algo: furioso por no encontrarlo, lanzó el mamotreto a otra esquina del cuarto. Cogió un nuevo diccionario médico y repitió el procedimiento.
"¿Cómo puede ser?" pensó, abatido. Toda su rabia se tornó rencor. "¿Cómo es que nadie habla de eso?"
"¡Es imposible que los nazis descubriesen tantas cosas de la medicina moderna y no figure en ningún sitio!"

Al día siguiente, antes de abandonar la clase, se acercó a aquel anciano con el libro por delante.
-Señor, no puede ser cierto. -manifestó. -Me niego a creer que el nazismo avanzó tanto en medicina sin que figure en ninguna parte... excepto en este libro.
-Ese libro no tiene ni editorial, ni fecha o lugar de edición, ni el nombre de su autor. -dijo el profesor. - ¿A qué crees que se debe?
-A que es una broma de un lunático.
-No. A que es un testimonio esclarecedor, a que su autor sería asesinado sin tapujos si alguien descubriese quién es o su ubicación.
-No me diga que a estas alturas el Gobierno asesinaría a un ciudadano sin dejar pruebas, por favor. -rió el estudiante.
Pero el anciano no sonrió lo más mínimo.
-Confía en mí, ya que tuve más relación con esos temas de la que me habría gustado. -le dijo con algo de angustia en su voz. -El misterioso autor de ese libro sabe de primera mano que parte de la Medicina moderna se debe a los experimentos nazis realizados en humanos.
Los ojos del estudiante brillaron con horror. Recordó vívidamente las imágenes que ese mismo hombre les había enseñado en clase, imágenes de experimentos nazis.
Imágenes inéditas, casi imposibles de encontrar en formato original, a menos que se tuviese alguna relación con el régimen...
Rápidamente ató cabos: estaba frente a un médico nazi, uno de los que habían huido... no, por edad era imposible: tendría que tener... ochenta años como mínimo, suponiendo que entrase a trabajar en los campos de concentración a los veinte...
Su hijo. Ese hombre era hijo de uno de los médicos que huyeron de Alemania y se ocultaron en otros países.
El hombre sonrió, ajeno a sus pensamientos -¿o no?
-Bueno, chico, creo que tienes que ir a tu siguiente clase. -dijo alegremente, como si nada hubiese ocurrido.
Pálido, viéndose obligado a aceptar la verdad -lo que estaba estudiando se basaba en experimentos inhumanos-, retrocedió un par de pasos, dispuesto a salir del aula.
Querría huir de allí, correr lejos. Estaba frente a un nazi, y sabía que debía gran parte de lo que era y lo que sabía a gente como él, y peores que él.
Notó que comenzaba a ahogarse.
Aún tuvo orgullo para dejar el libro sobre la mesa.
-Creo que esto es suyo. -dijo fríamente, aún lívido.
Dio media vuelta y salió.
El profesor se enteró al día siguiente de que el más prometedor estudiante de Medicina que había visto en muchos años había dejado la Facultad.
 más de 40.000 millones de personas perdieron la vida en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Además, miles de personas fueron usadas para experimentos científicos, cuyos resultados son utilizados en la Medicina actual, tanto por Europa como por Estados Unidos.

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Comentarios

Un lobo durmiente ha dicho que…
no... no sé. La historia me parece fantástica, a pesar de que es real. Pero aún así, me gusta, a pesar de que trata de un tema inhumano y cruel, en cierto modo. Me gustan más tus historias fantásticas.
Carlos ha dicho que…
guau, lo he seguido con entusiasmo hasta el final. Es perfecto, en serio de los mejores :)
Un beso