Noir widow

-¡Charlie, necesitamos un médico aquí ya! -gritó Marie.
Apuré mi almuerzo, consistente en una infusión, y salí corriendo.
Cuando uno fantasea con ser médico, sueña con el sonido del busca, la bata ondeándose, salvar vidas. Nadie piensa que muchos mueren, que los turnos suelen ser de diez horas y que las ojeras son deformación profesional.
Un hombre se convulsionaba en una camilla. Le habían colocado de lado y aún controlaba más o menos sus espasmos.
-Señor, procure conservar la calma y tranquilizarse. ¿Sabe qué le ha pasado? -dije mientras palpaba su cuello con el dedo anular.
-¿Qué? -me dijo, con el peor francés que había oído en mi vida.
Respiré hondo y traté de pronunciar lo mejor posible, preguntándome si había descuidado mi acento en los últimos tiempos.
-¿Qué-le-ha-pasado?
No me entendió, lo vi en la chispa de sus ojos. Tal vez mi acento seguía siendo tan terrible que un extranjero con cierto dominio francés no fuese capaz de entenderme. La tendencia gala de comerse todas las 'e's posibles tal vez hiciese mi francés actual para un nativo, pero terrible para cualquier extranjero.
-I said... -se me escapó por intentar hablar bien.
Y su mirada se iluminó. ¡Hablaba inglés!
Con los años, un médico en urgencias aprende a quedarse congelado y actuar paralelamente. Las viejas neuronas de mi cerebro que dominaban el inglés tuvieron que quitarse las telarañas y ponerse trabajosamente en marcha.
Afortunadamente, las palabras de mi lengua materna brotaron con fluidez, con la pronunciación y el tono de quince años atrás. Ay, qué nostalgia me entró de repente.
-What had happened?
-'Noir' widow. -me dijo.
Atención, porque no tenía desperdicio: noir widow. "Viuda negro".
-English! -exclamé con urgencia, viendo que comenzaba a fallarle la consciencia.
-Black widow! -me gimió.
Otra vez, "viuda negro". O "viuda negra".
-¡Charlie! -me urgió Marie, viendo que me sumía en mí misma mientras el paciente empeoraba. -¿Qué dice?
-Que fue una viuda. Ah, y negra. O negro.
-¿Una viuda negra? -repitió Marie.
-Sí...
Y entonces, ¡puf!, contacto neuronal.
-¡Una viuda negra! -chillé, eufórica. Los pacientes que aguardaban se volvieron hacia mí; yo no zarandeé a Marie para poder seguir controlando las convulsiones del paciente, que empezaba a poder con nosotras. -¡Una viuda negra, Marie!
-Ya, ya, eso lo he oído. -me dijo, cada vez más y más sorprendida.
-¡La viuda negra es una tarántula, una de las más venenosas! ¡No lo entendí porque en inglés tiene otro nombre, 'araña viuda'!
-¡Charlie, el antídoto! -me urgió Marie.
-Ah, sí, sí, sí. -dije. Absorta, rebusqué entre los cajetines hasta encontrar lo adecuado: saqué dos botecitos y hendí la fina aguja en el primero.
Le miré con una amplísima sonrisa, tal vez porque gracias a él había vuelto a utilizar mi lengua materna.
-You are gonna be OK. -le dije.
Me pregunto si pudo oírme. En cualquier caso, en el tiempo que tardó en salir de la UVI, visitarle fue uno de mis mejores pasatiempos.
Al menos así pude practicar el inglés. No está bien olvidar las raíces.

Comentarios

Carlos ha dicho que…
Muy bonito y el cambio de look precioso :)