Locus amans

Y me diréis que hice mal, como todos los demás.
Pero lo hice por su bien.
Porque era un poeta. Cada fibra de su alma y de su corazón amaban, no solo la poesía, sino también lo que en ella se decía.
Por eso él no sólo concebía una imagen ideal de su enamorada, sino también necesitaba sentir esa pasión.
Y dar rienda suelta a nuestro mutuo amor habría sido acabar con él.
Por eso mismo, aunque yo también le quise en secreto, nunca le amé ni le permití amarme.
Por eso, al morir, seguía solo. Acompañado tan sólo de sus poemas, inspirados por la musa fría que resistía a todos sus intentos de acercarse. Siempre permaneciendo igual de inalcanzable para su alma puramente poética.
Por eso, al morir, yo también seguiré sola. Vale, siempre tuve una visión de la vida y sus pasiones mucho más realista, y siempre fui más consciente que aquel gracioso y frágil poeta de lo que realmente era el amor.
Pero no puedo evitarlo; después de todo, que una persona te entregue su alma durante toda su vida, a veces, hace que una se olvide de lo que realmente pasó, y se idealiza ese amor que para él constituyó el sufrimiento necesario para su poesía, pero para mí fue mi sino.
Para no dejar de ser su musa, me confiné al silencio.
¿Y eso no es amor?
Un amor idílico.
Pero es que, a veces, esas historias tan bonitas y dolientes se contagian.

Comentarios

While ha dicho que…
(sabes que me ha enamorado)
Carlos ha dicho que…
que bonito :)
Un beso
(eh que ilusión me hace saber lo que significa el título, a la primera)